Coronación

Introducción

La Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Paz, solemnemente oficiada el 19 de junio de 1988, habría de constituir un acontecimiento singular y memorable no sólo para nuestra Archicofradía, sino, en general, para todos los antequeranos de la época. Pocos podían ya recordar ya los fastos de la única coronación canónica habida hasta entonces en la ciudad, la de nuestra patrona mariana la Virgen de los Remedios, la primera imagen coronada en la diócesis, acontecida 66 años antes, en 1922. Se trataba, pues, de la segunda coronación canónica celebrada en Antequera y de la primera concedida a una dolorosa local.

Pero nada mejor para integrar la crónica de tan magno acontecimiento que recurrir a las palabras de dos de sus principales protagonistas: quienes por aquel entonces ostentaban los cargos de Director Espiritual y Hermano Mayor, el P. D. Alfonso Ramírez Pedrajas y D. José Luis Vidaurreta Villarejo respectivamente. Ambos, desafortunadamente fallecidos hace escaso tiempo, nos relataron en primera persona las vivencias que para ellos supusieron los actos organizados en tan extraordinaria ocasión, a cuyo efecto redactaron sendos artículos que fueron editados con motivo del XXV aniversario de la efeméride.

Sirva, pues, la reproducción de sus palabras de recuerdo y homenaje a dos figuras tan relevantes en el devenir histórico de la Corporación.

Coronación de Nuestra Señora de la Paz

Por el P. Alfonso Ramírez Pedrajas † O.F.M.C.

Al retrotraer la memoria veinticinco años y fijarla en la Coronación canónica de la Virgen de la Paz es normal que se desdibujen los planos generales del hecho y surjan con apreciable nitidez aquellos detalles que causaron más impresión.

Cada miembro de la Cofradía de “Abajo” tendrá los suyos y, seguro, que cada devoto. De aquel 19 de junio de 1988 aflorarán imágenes varias cargadas de vivencias personales. De entre las mías, el momento mismo de la Coronación es la que se alza sobre las demás y, precisamente, porque la manera en que se realizó no entraba en el orden preestablecido de la celebración…

Se había preparado todo sin dejar nada a la improvisación, pero sin caer en la meticulosidad asfixiante. Aunque se barajaron lugares distintos para el acto, la Iglesia patronal de los Remedios era recinto significativo para el acontecimiento religioso y, más que nada, para la celebración de la Eucaristía que nos apiñó, espiritualmente y en espacio, como comunidad de Aquél que murió para reunirnos en una sola familia: fue la Iglesia comunidad, y como tal familia presidida por su Obispo, Don Ramón Buxarrais, la que destacó con María, figura de la Iglesia, la Virgen de la Paz rodeada de sus hijos todos: los miembros de la Cofradía, de pie unos, sentados en los primeros bancos otros, los que luego la portarían por las calles, los que por algunas de esas mismas calles llevan cada Viernes Santo a los titulares de la Cofradía, los devotos de siempre, aquellos que en la recoleta plaza de la Paz esperan, también cada Viernes Santo, a que los inunde la serena hermosura y recogida Paz de la Virgen Madre.

Trascurría la celebración en su gozosa normalidad; llega el momento de la Coronación, Don Ramón, el recordado obispo, sube al paso de la Virgen, trono acomodado a las medidas de la puerta de entrada del Templo, y antes de tomar la corona en sus manos llama, sencillo y en normalidad, al Hermano Mayor, José Luís Vidaurreta, para, entre ambos, poner la corona a la Virgen de la Paz: coronarla. Aquello no estaba previsto, ni imaginado siquiera, pero supuso lo más auténtico, lo más profundo, lo más singular por su significado. Aquel momento fue la culminación, la que nadie pensó, de todas las iniciativas, plenas de sentido, que habían llevado días de trabajo en la Cofradía en los preparativos materiales y espirituales: corona nueva confeccionada en plata dorada proveniente de donaciones sencillas de los devotos, porque se aconsejó, dado su estado, no utilizar la más antigua y preciada de la Imagen, tampoco con la que se identifica a la Virgen de la Paz en Antequera; recogida de limosnas y entregadas a Caritas que recibió para los más necesitados el importe de la nueva Corona que se pondría a la Virgen.

El Pastor de la Iglesia en la Diócesis en Málaga y el Hermano Mayor coronando a la Virgen de la Paz fue expresión de todas las reflexiones que durante meses se tuvieron en la Iglesia de las Religiosas Dominicas de Antequera, con la Imagen presente, desde donde salió en rosario mañanero hacia los Remedios para culminar la preparación con novena solemne.

La Coronación de la Virgen de la Paz, tal como sucedió, subrayó, sin previo acuerdo humano alguno, la verdad del acto: es la Iglesia, comunidad de fe, sin distinción

que rompiese esa unidad de la acción del Espíritu, la que coronó a María con el amor y devoción que brota de lo más auténtico de cada uno. Normal, que saliese luego a la calle, donde tantos esperaban verla, transportada por la alegría de lo vivido; normal que se invitase a quien quisiera ser un costalero más o a participar en la procesión misma y no simplemente verla pasar; normal que el Obispo D. Ramón iniciase el rezo popular del Santo Rosario saludando repetidamente a María con las palabras del Arcángel, bendiciéndola como lo hiciese su prima santa Isabel y pidiendo rogase siempre por nosotros en todos los momentos de nuestra existencia.

Sería luego la subida hasta los más elevado de la ciudad y, ya en lo alto, en lo más alto de todos lo que la acompañábamos plenos de gozo, la pusiésemos vuelta a su pueblo para que, desde allí, posase en él su mirada serena de bondad, mientras el sol, como si la esperara, comenzó su atardecer más bello, coronándola también con sus rayos.

Coronada canónicamente Nuestra Señora de la Paz, la que va detrás del Hijo, el del Dulce Nombre, el que mira directo en amor y sereno en su majestad, coronado de espinas; seguir sus pasos, seguirlo y mirarlo con el mismo amor y paz con que lo mira María, su Madre y madre nuestra, la que alza sus ojos, prendidos de la luz de su amor materno y misericordioso, por donde asoman levemente sus lágrimas.

En nuestro recuerdo

Por José Luis Vidaurreta Villarejo †

El 20 de febrero de 1988, nuestra Cofradía recibía con gozo la carta de nuestro Obispo D. Ramón Buxarrais Ventura, confirmando la Coronación de la imagen de Nuestra Señora de la Paz; ante la petición que junto con la documentación requerida presentamos en su día al propio Prelado.

Así culmina el deseo manifestado por todos desde aquel año 1986 en el que pudimos realizar la celebración del IV centenario de la fundación de nuestra Archicofradía, actos que no se reflejaron debidamente en nuestra prensa local, al celebrarse por esas fechas las elecciones generales a nivel nacional y que, como consecuencia de la efervescencia política de aquellos años, toda noticia era la política.

A lo largo de la historia de la Cofradía han ocurrido en nuestra Hermandad diversas efemérides de la que cabe destacar la acontecida en el año 1868, exactamente

el día 19 de enero, siendo Hermano Mayor D. Francisco de Paula Pareja Obregón, Conde de la Camorra, en que la iglesia iba a ser consagrada Basílica por el Obispo de Puerto Rico, Fray Benigno de Carrión.

Esta circunstancia dio lugar a que en la iglesia se realizaran obras generales en la que fueron colocaron los dos altares neoclásicos, se pusiera solería nueva y otros arreglos para dejarla debidamente arreglada a la vista de dicha celebración. Es posiblemente que por esas fechas se restauraran también las manos del Dulce Nombre de Jesús, que como sabemos se le hicieron nuevas debido al mal estado en que se encontraban y estar articulada por la parte de la muñeca. Ignoramos quien y donde se pudieron tallar las nuevas que son las que actualmente tiene.

De nuevo, la Antequera cristiana en tiempos más cercanos, el día 19 de junio de 1988, se produce un acontecimiento nada corriente. La coronación canónica de la imagen de Nuestra Señora de la Paz. Era la segunda coronación de una imagen mariana que se iba a realizar en Antequera. La primera que se hizo fue la de Nuestra Señora de los Remedios el día 10 de septiembre de 1922.

Una de las imágenes más bellas y de reconocida devoción de Antequera, Nuestra Señora de la Paz, iba a ser coronada canónicamente por la máxima autoridad eclesiástica de nuestra diócesis. Aquella singular y hermosísima talla salida la gubia del escultor antequerano Miguel Márquez García en el año 1815, y realizada en el antequeranísimo barrio de San Agustín. El taller del escultor se encontraba en calle Galdopar haciendo esquina con la ya nombrada calle de San Agustín.

Como resultado de este acontecimiento, la junta directiva de la Cofradía acuerda nombrar comisiones para la realización de los diversos trabajos que nos queda por realizar. Engalanamiento de las calles por donde pasara la procesión, diseñar y ejecutar un nuevo trono para la salida extraordinaria, protocolo de la ceremonia, recepción de invitados, recaudación de los donativos que íbamos recibiendo para la confección de la nueva corona que se realizó en los talleres sevillanos de Santos Campanario, y con la aportación de doscientos ochenta y ocho donantes etc.

Debido a que nuestra iglesia se encontraba con las obras de restauración paralizadas, nos trasladamos con nuestras imágenes y enseres al Convento de las Religiosas Dominicas de Santa Catalina que nos dieron cobijo durante todo el tiempo que duraron las obras. La Virgen recibió como regalo de las religiosas, un manto corto que lució en la procesión del rosario de la aurora.

El tiempo ha pasado y estamos a las puertas de celebrar los veinticinco años de aquella festiva mañana en que, acompañada por el trino de pájaros y el rezo del rosario de la aurora, nuestra Virgen se encaminaba desde la dominica Iglesia de Santa Catalina a la franciscana de Nuestra Señora de los Remedios. Allí se celebrarían el triduo y la predicación preparatorias de la coronación y el ultimo día, el 19 por la tarde, nuestro Prelado realizaría la solemne ceremonia litúrgica de la coronación.

Por la tarde de ese 19 de junio de 1988, los devotos ojos de incontables antequeranos que completamente abarrotaban la Iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, atrio y buena parte de la calle Infante, pudieron seguir la misa y posteriormente la ceremonia de la coronación que se da por finalizada cuando nuestro

Obispo lanza al aire un ¡VIVA LA VIRGEN DE LA PAZ!, mientras besa la pálida cara de la Virgen.

Ya han pasado veinte y cinco años de aquella memorable y extraordinaria salida de nuestra Virgen. Antequera se volcó con ella, le engalanaron los balcones, le pusieron alfombra de flores, la cubrían con pétalos, Se forma un Guión presidido por nuestro Obispo que precede al trono de la Virgen, le acompañan representaciones de distintas cofradías entre ellas una de la Virgen de la Oliva de Mollina, y representante del General Jefe del Tercio de Armada. La Infantería de Marina la escolta en su recorrido, el desorden organizado de la procesión hasta el Arco de los Gigantes era impresionante, momentos emotivos, expansión de fervor en su recorrido, que se acentúa cuando el trono de la Virgen pasa por calle Nueva, rozando literalmente el palio con los balcones, momentos inestimables difíciles de superar.

Fue un acontecimiento imposible de olvidar y que todos guardaremos en nuestro recuerdo.

ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL DE ANTEQUERA. FONDO FOTOGRÁFICO. ARCHIVO FRANCISCO DURÁN