Llegó el momento esperado, no como hubiéramos deseado pero las circunstancias han imposibilitado hacerlo de otra forma. De nuevo, tras un largo periplo de años guardado sin darle el uso para el que fue realizado, ayer vio la luz junto a Nuestra Señora de la Paz Coronada, el manto negro que realizara la insigne bordadora antequerana Antonia Palomo allá por 1833.
El pasado año, concretamente, una semana antes del confinamiento que nos vimos obligados por las adversas circunstancias sanitarias que aún padecemos, tuvo lugar la presentación de la restauración del citado manto. Un día 7 de marzo, congregados en nuestro templo, vio la luz esta joya textil del patrimonio de la Archicofradía y de la propia ciudad, tras devolverlo a la vida útil por parte del denodado trabajo de Santa Conserva.
Desde ese momento, anhelábamos contemplar la bella imagen de Nuestra Señora de la Paz Coronada, ataviada de nuevo con el manto que sus devotos quisieron brindarle en 1833 y que por circunstancias que mejor no merece recordar, no ha podido disfrutar hasta el día de ayer. Nuestras pupilas pudieron contemplar una bella estampa propia del siglo XIX antequerano, de ese época de auge de nuestras corporaciones, donde se realizaban piezas de una extraordinaria calidad que han llegado a nuestros días y en muchos casos, han necesitado una profunda restauración pero que nos dejan unas instantáneas que evocan a esas épocas pasadas.
Además la posibilidad de contemplar a Nuestra Señora de la Paz Coronada, ubicada en el centro de la iglesia, sin nada que pueda interrumpir esa visión evocadora que sólo Ella sabe transmitir. Una estampa que nos recuerda a los grabados históricos que se conservan de la época en cuestión y que la Archicofradía pretende recuperar ese estereotipo del siglo XIX.
Una imagen que quedará en el recuerdo de fieles, devotos y público en general, un hito que se registrará en las diversas crónicas que aludan a este momento, reflejando la «vuelta» del manto negro de 1833. Una recuperación esencial para el patrimonio cofrade de la ciudad, recuperando una joya textil que podría haberse perdido. De esta forma, se recupera uno de los mantos procesionales más antiguos de Antequera.