Historia: Siglo XVI

Los inicios de la cofradía se remontan a inicios del siglo XVI. Según los datos conservados, el nacimiento de la cofradía está vinculado a una congregación devota en torno a la imagen de Jesús Nazareno venerada en un beaterio de la calle Palomos, gracias a la piadosa labor de unas piadosas devotas propietarias de la talla.

Tras su fallecimiento, se trasladó al Portichuelo, dando nombre a la calle y barrio de Jesús. En estos momentos, se produce la fundación del eremitorio de Jesús por parte de los Franciscanos Terceros, lo que generó cierta polémica entre las demás órdenes religiosas asentadas en la ciudad. En 1527, esta fundación pasaría a denominarse Convento de Jesús y posteriormente, Colegio de Santa María de Jesús.

La citada imagen, cedida a estos religiosos franciscanos, quiénes continuaron con el culto iniciado por las ya difuntas hermanas. Esta congregación, ya conformada en hermandad, dedicaba gran parte de su actividad a la función asistencial. Cabe citar la crucial actuación de Juan de Barnuevo, consiguiendo censos para sostener el hospital de vagabundos que regentaban y para la propia cofradía.

La llegada de la Orden Dominicana a Antequera

El año de 1586 se constituye en un año clave. En junio, los domínicos obtienen la pertinente licencia por parte del Obispo de Málaga para establecerse en Antequera. De esta forma, llegan a la ciudad encabezados por el Provincial de Andalucía Fr. Gerónimo Mendoza, instalándose en el hospital de la Concepción, ubicado en la Plazuela de las Escobas y que había sido edificado como hospicio por la Cofradía de Niños Expósitos de Nuestra Señora de la Concepción, siendo erigida en 1546 junto al mismo una iglesia dedicada a la Limpia Concepción de Nuestra Señora.

Tras las reticencias iniciales, los domínicos acuerdan un convenio con la cofradía existente para fundar un convento, conservando la iglesia el título de concepcionista. Los frailes domínicos consiguieron rápidamente los medios económicos para adquirir los solares y casas adyacentes para la construcción del convento.

Junto a estas labores de asentamiento de la comunidad, se produce el denominado Pleito de los Treinta Años en 1586. El inicio del pleito se debe a la reclamación por parte de la orden domínica, en base a las diversas bulas Papales que le otorgaban la exclusividad de erigir cualquier cofradía fundada bajo la advocación del Santísimo Nombre de Jesús. Por ello, se produce la reclamación a los Franciscanos Terceros provocando un conflicto que perduró en el tiempo debido a las reticencias de los franciscanos y cofrades, llegando el asunto a los tribunales en 1592.

Junto a estos hechos, la propia comunidad domínica promueve, en 1590, otra cofradía bajo el título de Dulce Nombre de Dios y Jesús contra los juramentos, contando con una imagen del Niño Jesús como titular la misma. Posteriormente, la imagen pasó a denominarse “Niño Perdido”. Ya estamos más cerca de concretar los inicios de la actual cofradía, se van configurando los cimientos que la sustentan.