El siglo XX ha estado marcado por las circunstancias políticas a la cual no ha sido ajena la cofradía. Los inicios del pasado siglo, la cofradía sigue inmersa en las continuas obras de emergencia que necesita el templo. Una labor que se prolongó durante casi toda la centuria. La conclusión de estas obras se produjo en el último decenio del siglo, lo que ofrece sin lugar a dudas la profunda inversión en todos los sentidos que realizó la corporación para lograr mantener este patrimonio no sólo cofrade, sino de la propia ciudad.
Esta situación provocó que en ocasiones no pudiera realizar su estación de penitencia debido a la falta de recursos económicos, imposibilidad de acceder al templo por el estado de las obras, etc. En otras ocasiones, la corporación decide no realizar estación de penitencia, por ejemplo, en 1911, por la situación de carestía y miseria que vivía la población, renunciando a la subvención municipal para que ese dinero que iba a recibir se invirtiese en mejorar la situación que asolaba al pueblo antequerano.